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lunes, 29 de julio de 2013

ANSIEDAD






ANSIEDAD

Las manifestaciones sintomatológicas de la ansiedad son muy variadas y pueden clasificarse en diferentes grupos:

Físicos: Taquicardia, palpitaciones, opresión en el pecho, falta de aire, temblores, sudoración, molestias digestivas, náuseas, vómitos, "nudo" en el estómago, alteraciones de la alimentación, tensión y rigidez muscular, cansancio, hormigueo, sensación de mareo e inestabilidad. Si la activación neurofisiológica es muy alta pueden aparecer alteraciones del sueño, la alimentación y la respuesta sexual.

De conducta: Estado de alerta e hipervigilancia, bloqueos, torpeza o dificultad para actuar, impulsividad, inquietud motora, dificultad para estarse quieto y en reposo. Estos síntomas vienen acompañados de cambios en la expresividad corporal y el lenguaje corporal: posturas cerradas, rigidez, movimientos torpes de manos y brazos tensión de las mandíbulas, cambios en la voz, expresión facial de asombro, duda o crispación, etc.

Intelectuales o cognitivos: Dificultades de atención, concentración y memoria, aumento de los despistes y descuidos, preocupación excesiva, expectativas negativas, rumiación, pensamientos distorsionados e importunos, incremento de las dudas y la sensación de confusión, tendencia a recordar sobre todo cosas desagradables, sobrevalorar pequeños detalles desfavorables, abuso de la prevención y de la sospecha, interpretaciones inadecuadas, susceptibilidad, etc.

Sociales: Irritabilidad, ensimismamiento, dificultades para iniciar o seguir una conversación, en unos casos, y verborrea en otros, bloquearse o quedarse en blanco a la hora de preguntar o responder, dificultades para expresar las propias opiniones o hacer valer los propios derechos, temor excesivo a posibles conflictos, etc.

No todas las personas tienen los mismos síntomas, ni éstos la misma intensidad en todos los casos. Cada persona, según su predisposición biológica y/ o psicológica, se muestra más vulnerable o susceptible a unos u otros síntomas. 

Psicológicos: Inquietud, agobio, sensación de amenaza o peligro, ganas de huir o atacar, inseguridad, sensación de vacío, sensación de extrañeza o des-personalización, temor a perder el control, recelos, sospechas, incertidumbre, dificultad para tomar decisiones. En casos más extremos, temor a la muerte, la locura, o el suicidio.

El hambre ha dejado de ser la única razón para comer. Hoy en día, es Ampliamente conocido que los aspectos psicológicos influyen también en el sobrepeso y en cómo nos alimentamos.

Ya no se trata sólo de comprender qué comemos sino porqué comemos de determinada manera, o cuáles son las razones que llevan a la sobrealimentación.

Según Isabel Larraburu, psicoterapeuta y miembro de la Sociedad Catalana de Medicina Psicosomática, las razones emocionales y psicológicas con frecuencia subyacen en los problemas de obesidad.

Pero así como las dietas no deben ser las mismas para todo el mundo, los aspectos psicológicos que conducen a sobrealimentarse también son diversos y así deben contemplarse.

Para encontrar soluciones a los problemas y trastornos relacionados con la alimentación, la medicina psicosomática es una alternativa distinta y exitosa.


Los especialistas de la Sociedad Española de Medicina Psicosomática aseguran que existen muchos pacientes cuyas enfermedades no son causadas de modo exclusivo por factores orgánicos, sino que su proceso patológico no es más que el reflejo de un sufrimiento psíquico, emocional, afectivo, personal o social.

Los trastornos de la conducta alimentaria son una de las patologías psicosomáticas más frecuentes.

De acuerdo con Larraburu, estar siempre a dieta tiene sus efectos secundarios: cuando las personas se liberan por un día, suelen arrasar con todo; cuando están deprimidas o nerviosas, también.


Por otro lado, hay gente que nunca disfruta de la comida, porque come con remordimiento o culpa. 

Por ello, la especialista ofrece 6 recomendaciones para comer mejor:

  • No hacer dietas demasiado restrictivas. El hambre y el remordimiento llevan a comer “lo prohibido” y en cantidades mayores de lo normal.
  • Comer muy despacio, intercalando pausas de hasta 5 minutos entre platillos. Esto ayuda a recuperar nuevamente la saciedad. Coma menos y se sentirá satisfecho.
  • Espere unas tres horas sin comer. Ordene su día comiendo algo cada tres horas, pero siempre en el mismo horario. Esto ayuda a recuperar el hambre saludable.
  • Caminar unos 45 minutos diarios a marcha rápida. Esto activa la tasa metabólica, el cuerpo vuelve a quemar calorías y, aunque esté en reposo, seguirá quemándolas.
  • No tenga nada prohibido en su dieta porque puede desarrollar un ansia desbordada de comerlo.
  • Planifique una alimentación saludable en la que haya hidratos de carbono (pastas, patatas, legumbres y pan) en una cantidad del 40 por ciento como mínimo.
 Recuerda que de tus problemas emocionales y psicológicos también depende tu peso.

Fuentes: Actitud Fem, Clinicadeansiedad.com

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Aviso

La información que usted encontrará en este artículo tiene fines informativos y educativos. No pretende substituir el necesario consejo médico o la necesidad de un tratamiento profesional médico para una dolencia o trastorno en su salud. 

Siempre debe consultar a un médico ante cualquier duda sobre su salud y antes de comenzar un nuevo tratamiento con medicamentos, dieta o programa de ejercicio físico.

Las indicaciones de los productos son exclusivamente para ser valoradas por especialistas competentes y facilitar la prescripción de los mismos. Sí Ud. no es un profesional consulte siempre a su médico o especialista.


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